domingo, 11 de octubre de 2009

FANTASMAS DE LA CIUDAD


"La casa es cuerpo y alma, sin ella el hombre sería un ser disperso, vagabundo. La morada lo sostiene de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Antes de ser "lanzado al mundo" el hombre es puesto en la cuna dentro de una casa. Y siempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna" - Poética del espacio, Bachelard Gastón.


Parecen salidos del vídeo Thriller de Michael Jackson. Y como si sus ropas no fueran lo más resaltante de la coreografía, empezaran a salir silenciosamente desde sus guaridas para ocupar las bancas, las esquinas de las farmacias, o simplemente los lóbregos rincones que durante el día sirvieron de urinarios para los más inurbanos. Indefensos sentirán ese frío, que como ave carroñera tratará de arrancarles las carnes para poseerlos a su antojo. Se doblarán entre sus cuerpos, como si fueran unos recién nacidos, y sin fastidiar ni asustar dormirán; ahí donde nadie los ve.

Rambo pena de noche y día, lanzando mensajes poco descifrables en los que habla de leones y pumas que una vez bajaron de la montaña y lo interceptaron en la carretera. Animales de la selva que quizá no sean más que el hambre y el frío que encuentra en el largo camino de la vida. Nadie sabe cual es su nombre, ni siquiera Gertrudis Palacios, la señora que por más de veintisiete años vende anticuchos y le acompaña en esa esquina del CIVA en donde él duerme.

Rogerís de Jesús dormitará en las bancas de la Plazuela Merino. A esas horas los escritores, pintores y músicos luego de haber dejado proclamados sus sueños enrumbaran hacia otras bohemias. Ignacio Merino se encargará de acompañarle y de pintarle esa “casa bonito” con la que seguirá soñando en aquella banca color esperanza. Con su empobrecido español asegura ser un viajero y mendigo de descendencia italiana. Su bohemia le ha permitido dormir en las calles de Brasil, Ecuador, Colombia y España, territorios en donde ha sido cubierto por el cubrecama de la madrugada.

La Sra. Juanita, en su juventud, fue reina de Ayabaca. Hoy es la reina de la noche y en una banca de la Av. Grau seguro que recordará los besos que repartió a sus boquiabiertos admiradores, los carros alegóricos en los que anduvo trepada, y demás recuerdos que se desprenderán caprichosamente de su mente. A pesar de que las monjitas del Lourdes le repitieron las normas de conducta de toda jovencita de su casa, ella ahora duerme en la calle porque asegura que por las noches llegan militares de Paimas y senadores de Cuzco que se reducen hasta los 30 cm. para entrar por un hueco de la puerta de su casa. Una vez dentro empiezan a esparcirle gérmenes y virus en todo el cuerpo porque quieren verla muerta. La conjuntivitis que padece es una muestra de la maldad de esos militares. Por eso, en la calle se cubre de pies a cabeza para que no la reconozcan, ya que a veces escucha sus voces y sus risas que salen de cualquier pared.

En Moscú las noches son de película. Una laguna artificial, producto del desborde de los desagües, es la única que acompaña a los “vaguitos” de la más temida zona del mercado modelo, en donde el sol, simbología de la vida, es algo que nunca se asoma. Vivir ahí es sentirse César Vallejo intertextualizado en el poema “Piedra negra sobre piedra blanca”; en donde solo espera que la muerte llegue algún día. “Hermano, acá sólo se sobrevive vagando, tomando y durmiendo, se vaga para comer, se toma y se duerme para ahogar las penas”.

Los fantasmas, ebrios de la soledad, se levantarán no bien amanezca; cuando escuchen las escobas y botes de los barredores que a esa hora estarán limpiando la ciudad. Así toda la coreografía se reintegrará, esta vez para refugiarse debajo del río y continuar con sus sueños, o deambular por la calle, otra vez para hacer gala de algo que los humanos no tenemos; la invisibilidad.


*Crónica "Fantasmas de la ciudad", de Richard Chávez, colaborador especial.
*Fotografía: Cote Arbaiza.


*HIJO DE TIERRA

Para Octavio
Para ver de qué estoy hecho

No son sus pies lo que se mueve a rastras,
Es la tierra misma
Moldeada por el paso de Octavio.

Veo sus pies
Y veo sus caminos.
Usa una gorra por donde se le escapa
La vida o las nubes de la mandíbula.

Una chompa le cubre de la luz.
Le hicieron la lobotomía
En un país del sur
en su cabeza habitaba demasiado rojo,
demasiada luminosidad, demasiada sangre.

Y un día decidió caminar,
Envolverse de sombra de gris
De suciedad de tierra.

A la distancia podemos verlo:
Rojo fantasma disfrazado de loco.

Hay mucha luz alrededor,
Demasiado conocimiento
Osa penetrar a sus neuronas,
El juego de ajedrez en sus manos callosas,
4 idiomas en algún rincón olvidados.

Pero nadie lo imagina
Como profesor de alemán
O de familia alemana
O los lugares donde estuvo
―y no hablo de lugares cercanos
llegados a pie como ahora―

Nosotros somos, dice,
Simples desechos,
Pura fusión atómica,
Basura microscópica
Viajando por calles oscuras
Con un saco de verdades al hombro.

*Walter Toscano.
Casa Grande, lunes 14 de septiembre de 2009.
Siendo las 02:00pm aproximadamente, en una charla con Richard Chávez, y viendo las fotos y video de Octavio.

2 comentarios:

Yamilet Moreno dijo...

Interesante perspectiva.
La proxima vez que vaya por la calle, recordaré estos versos,
ya nos es tan cotidiano, ver "fantasmas" en la calle, que en lugar de ser ellos invisibles, tal vez nos hicimos nosotros ciegos, ciegos a la miseria.

interesante muchachos, interesante !

saludos!!

Anónimo dijo...

anda muerdele esa uña del pie al viejo ese jajajaja