viernes, 9 de octubre de 2009

MI VESTIDO AZUL


Escrito por Anna.

Aquel verano todavía usaba el vestido azul que me regaló mi padre en mi noveno cumpleaños. Mi mamá siempre me regañaba porque lo usaba aunque se encontrara sucio; corría y saltaba para que él me viera, para que me dijera que olía a laurel.

Como todos los domingos de vacaciones fuimos a la playa. Tía Fabiolla, con sus enormes provisiones de comida que hacía cargar a los mellizos, tío Carlos, atlético y soberbio, con su nueva tabla hawaiana, el abuelo con sus indescifrables crucigramas, la abuela risueña con la regía tía Carla platicando sobre el pequeño Fernando que ya empezaba a caminar, mi prima Mariana y yo, mi padre y mi madre y los paisajes de aquel tiempo que terminé inevitablemente olvidando.
El mar parecía una enorme cortina azul cuyas olas caían del cielo, gigantescas, como lágrimas de niño asustado. Mariana y yo nos entreteníamos poniéndoles nombres a las gaviotas que pronto desaparecían en la onírica línea del horizonte. El tiempo era desconocido en nuestros juegos infantiles: los castillos de arena relataban historias de dragones y princesas, los mellizos jugaban al football, corríamos para que el agua no nos tocara los pies y la abuela nos diera gelatina.

Mi papá cogía la guitarra tocaba esas canciones melancólicas de trovadores. Mamá sonreía, se veía más hermosa. La familia se extasiaba cuando él cantaba, oía a la abuela contar anécdotas de cuando papá estaba en la universidad, tío Carlos recordaba todas las serenatas a las que le obligó ir, el abuelo dejaba los crucigramas y se animaba a cantar como un chiquillo. No lo entendía, pero en ese momento amaba más a mi padre.

¿Y en verdad perdiste a ese unicornio azul, papi? Acariciándome tiernamente el cabello me respondió: Lo tengo aquí al frente y huele a laurel sucio de tanto mar.


La canción que tocaba mi padre .

2 comentarios:

Francisco Javier Paniawa del Castillo. dijo...

Tu silencio de ese momento se ha de haber tomado de la mano con ese fragmento que lamenta: "...las flores que dejó, no me han querido hablar..." Ahora sé que se trataba de laureles tambien además de flores, o tal vez las flores del laurel.

La guitarra y el mar siempre han sido buena analogía. Una noche soñé que que mi guitarra se volvio bote cuando caí al mar- me dijo una amiga en una ocasión. -Fué una deriva muy musical- le respondí a mi amiga, seguramente tenias prisa por avistar "tierra".

Felicidades por su blog. Estaré al pendiente de las historias.

desde Acapulco, México.

Francisco Javier Paniawa del Castillo.

Anónimo dijo...

Un saludo fraterno a uds. que estan llevando este nuevo blog, y que tenga un buen tiempo de vida. Esto de las crónicas esta bueno, para empezar a retratar desde cada pincel nuestras vidas.

Saludos desde Carhuaz.
Un abrazo tremendo.
Juaneco